No puedo no estar bien

Con motivo de un caso con un paciente, aprovecho para hablaros un poco acerca de un sentimiento que surge cuando no logramos nuestros deseos. Estoy hablando de la frustración. Las personas tenemos la capacidad de generar tolerancia a la frustración, y cuando no lo hacemos suele deberse a dos motivos: una percepción exagerada o equivocada de la situación a la que nos enfrentamos, o la creencia de que no podemos o queremos aguantar el malestar.

El origen de la baja tolerancia a la frustración no está en la situación o el problema en sí, sino en nuestra actitud. Actuamos como si el malestar y el sufrimiento pudieran acabar con nosotros, cuando no es así. También se relaciona con la creencia de que este tipo de emociones no deben formar parte de nuestra vida pero, ¿cómo podría ser eso posible?

Generar una buena tolerancia a la frustración supone poder enfrentar los problemas y las limitaciones que tenemos a lo largo de la vida a pesar de las molestias o incomodidades que nos causan. No podemos evitar la frustración, pero sí que podemos aprender a manejarla y a controlarla. Esto se aprende durante la infancia, puesto que cuando un niño es muy pequeño cree que el mundo gira a su alrededor, y son los adultos los que deben marcar límites y no darle todo lo que pide, para que así pueda generar herramientas para eliminar, disminuir o tolerar el malestar que siente. Si esto no ha ocurrido, nos encontraremos con un adulto que necesita eliminar rápidamente cualquier malestar y que se siente mal ante cualquier límite o ante la necesidad de posponer una satisfacción. Se piensa en el bienestar a corto plazo, sin tener en cuenta que a largo plazo esto no es beneficioso para la persona. La poca tolerancia a la frustración provoca que nos desmotivemos ante cualquier dificultad y abandonemos nuestras metas y proyectos.

¿Qué podemos hacer para aumentar esto que llamamos tolerancia a la frustración? Lo primero, debemos ser conscientes de que nos pasa esto, bien por nosotros mismos, o bien porque alguien nos lo comenta. Es bueno que hagamos un ejercicio de auto observación para conocernos mejor y de esta manera, seamos capaces de analizar cuales son nuestras reacciones. Es importante que hagamos una buena distinción entre lo que son deseos y lo que son necesidades, puesto que los primeros no necesitan satisfacerse de forma inmediata, mientras que las segundas sí. Si una persona no comprende eso seguramente se frustrará muy rápido al no poder satisfacer todos sus deseos.

También necesitaremos hacer un trabajo de aceptación en cuanto a tener presente que el malestar existe, las emociones negativas existen, los problemas existen, y aún así podemos y debemos seguir adelante con nuestra vida y superar los momentos complicados. Por último, es un buen recurso para las personas que son poco tolerantes a la frustración intentar controlar en la medida de lo posible las situaciones que saben de antemano que les causan mucho malestar (si por ejemplo, eres alérgico al polen de las gramíneas, no te metas en un campo de avena o lo pasarás realmente mal. Y si tienes poca tolerancia a la frustración seguramente te enfadarás y lo pasarás aún peor).

Lógicamente, esto no se consigue de un día para otro, va a requerir que nos impliquemos y nos esforcemos diariamente para ser personas más sanas y tolerantes que no se frustran ante las adversidades.